Ruido con Fiasa, silencio en otros casos
Apenas el intendente de General Acha habló de revisar la negativa a instalar una planta para industrializar la sal en esa localidad, el grupo ambientalista de esa población se apresuró a atacar la propuesta en nombre de la "defensa" del acuífero. El grupo denominado Cuava (Comunidad de Usuarios del Acuífero del Valle Argentino) se ha presentado como defensor de ese recurso hídrico y recordó la decisión del Concejo Deliberante que rechazó el pedido de instalación de la fábrica.
Lo que resulta llamativo es que esa agrupación, que tan activamente se manifiesta cuando se trata de repudiar la radicación de una nueva industria en la localidad, no ha empleado la misma energía movilizadora con respecto a una gran cantidad de problemas que existen actualmente, y desde hace muchos años, en General Acha y su zona de influencia a causa de la deficiente explotación del acuífero y a problemas de contaminación.
Consumo ganadero.
Por ejemplo, no ha habido mención alguna sobre las aproximadamente 250.000 cabezas de ganado que consumen -a un promedio de 50 litros por cabeza diarios- unos 12,5 millones de litros de agua por día. Es sabido que un vacuno puede consumir agua de mucho menor calidad y con mayor contenido en sales que un ser humano, por lo tanto, en este caso, bien podría señalarse también que es un "derroche" "gastar" semejante volumen de agua de tan buena calidad innecesariamente.
Además existe un proyecto de los productores ganaderos de la zona para dotar de agua de los médanos del Valle Argentino a unas 60.000 cabezas de ganado en el sur del Carancho, lo que implica un consumo de más de 3 millones de litros diarios de agua potable. Este proyecto tiene más de diez años y nunca nadie se opuso ni salió en "defensa" del acuífero. Hasta habría sido declarado de interés por el Concejo Deliberante de General Acha.
Otro dato: según estimaciones de quienes conocen la zona existirían unas 5.000 perforaciones para uso rural sin declarar. Con excepción de las realizadas por la Administración Provincial del Agua, ninguna de las perforaciones tienen permiso del organismo de competencia. Ninguno de los actuales emprendimientos productivos, estaciones de servicio, ferias ganaderas, etc., han presentado estudios de impacto ambiental previos a su instalación. Tampoco se ha denunciado esta severa irregularidad.
¿Y la contaminación actual?
En cuanto a problemas de contaminación también habría mucho por decir sobre aquel acuífero. En la actualidad existen numerosos focos contaminantes en varias comunas que no cuentan con sistemas cloacales como Doblas, Riglos y Anchorena. Otras poblaciones poseen cloacas pero los vecinos no se conectan, con lo que se generó una gran contaminación del acuífero, como el caso de Macachín, en donde cerca del 60 por ciento de sus habitantes no utiliza el sistema cloacal por lo que ha contaminado el acuífero y el Estado provincial tuvo que gastar enormes cantidades de dinero en hacer perforaciones nuevas a más de 20 kilómetros de distancia, con la necesidad de construir también gran extensión de cañerías, líneas eléctricas, caminos y obras de infraestructura.
Además existen cientos de focos puntuales de contaminación por actividad ganaderas donde se ha detectado altos contenidos de nitratos en el acuífero. Y otros focos contaminantes como feet lots, predios feriales, estaciones de servicios, emprendimientos industriales, frigoríficos, depósitos de cueros, etc. En la localidad de Doblas se ha registrado un preocupante grado de contaminación del acuífero.
Todos estos serios problemas que afectan al acuífero del Valle Argentino son de vieja data pero ninguno de ellos mereció la atención "personalizada" de los ambientalistas, que parecen reaccionar solamente cuando escuchan la palabra "industria" de cloro-soda. Como si únicamente este emprendimiento consumiera agua subterránea y el resto de las actividades fueran absolutamente impolutas.
Fuentes de trabajo.
Es llamativo, pero los objetores de la radicación de Fiasa parecen desentenderse de la imperiosa necesidad de generar empleo genuino para los habitantes de General Acha. Cuando son consultados al respecto sus respuestas solo atinan a formular vagas expresiones de deseos. Como el de "solicitar" que "venga otro tipo de industrias". Como si la sola formulación de ese pedido se materializara inmediatamente en la construcción de una fábrica. Desde que se cayó el proyecto de Fiasa no hubo ni una sola propuesta concreta, seria, de radicación industrial en General Acha.
Esa suerte de pensamiento mágico es el que parece guiar a quienes se oponen férreamente, y sin argumentaciones científicas sólidas, (no hay todavía un estudio de impacto ambiental serio sobre el asunto) a una empresa que manifestó expresamente su voluntad de instalarse en la zona.
Lo llamativo es que cuando se producen manifestaciones públicas ante la falta de trabajo, todos van al Estado (municipal o provincial) a reclamar por un "puesto", cuando lo que sobra en la administración pública, tanto municipal como provincial, son "puestos" burocráticos de personal que apenas si cumple con su horario sin una ocupación cierta. Lo que en verdad necesita nuestra provincia son puestos de trabajo productivos, genuinos, y una actividad fabril que industrialice nuestra materias primas (como la sal, entre otras) para que el valor agregado y los puestos de trabajo calificados que la industria genera se desarrollen aquí.
Por ahora, las ventajas del proceso industrial tienen lugar más allá de las fronteras provinciales y los mayores beneficios que produce en el plano económico y laboral también. En tanto aquí, en La Pampa, todavía hay muchos que prefieren seguir reclamando por "puestos" burocráticos e improductivos en la administración pública.
No es lo mismo
En el fragor del debate se han escuchado voces que pretenden comparar o asimilar el "problema" de Fiasa con el de la megaminería; pareciendo olvidar, o querer disimular, un hecho fundamental. La megaminería es un proceso meramente extractivo, en cambio la planta de cloro-soda es una industria. La primera consiste meramente en extraer una materia prima (uno o varios minerales) para luego realizar el proceso industrial en otro lugar, por lo general fuera del país. La segunda, por el contrario, es un proceso industrial: en el caso que nos ocupa, se trata de tomar una materia prima muy abundante en nuestra provincia: la sal (cloruro de sodio) -que actualmente se extrae y comercializa a granel- y aplicarle un proceso industrial para obtener un producto más elaborado. La minería no genera valor agregado ni ofrece puestos de trabajo calificado, la industria sí. En síntesis: es la nada pequeña diferencia que hay entre una actividad meramente extractiva y una industria.
Fuente: Diario La Arena 28-02-2012
martes, 28 de febrero de 2012
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